Les comparto la historia de Israel, como segundo ecosistema más importante del mundo fuera de EEUU, y un gran ejemplo a seguir para Latinoamérica.
StartUp Nation: The story of Israel’s Economic Miracle (Nación de emprendedores: La historia del milagro de la economía de Israel) es un libro sobre la innovación y el espíritu emprendedor y de cómo un pequeño país ha conseguido el desarrollo tecnológico a partir del emprendimiento.
Los autores Dan Senor, destacado hombre de negocios en Oriente Medio e inversionista de numerosas startups israelíes, y Saul Singer, jefe editorial del diario The Jerusalem Post y con 10 años de experiencia como asesor en Asuntos Exteriores y Finanzas en el Congreso de Estados Unidos, examinan la trayectoria de varias empresas, para intentar comprender de dónde surge toda esa energía creativa que hay en Israel y cómo se expresa.
Israel es un país de sólo 8.7 millones de habitantes en constante estado de guerra desde su fundación en 1948, pero tiene un altísimo porcentaje de ingenieros y el gasto más alto del mundo en investigación y desarrollo.
Se dice que hay una «combinación única de audacia, creatividad y dinamismo». Esto es, en parte, lo que puede explicar que ese país tenga la tasa más alta de empresas de reciente creación del mundo: un total de 4.500 o una por cada 1,933 habitantes, que se enorgullece de tener 107 empresas cotizadas en el índice tecnológico NASDAQ (más que toda Europa junta) y que un 75% de sus exportaciones son de alta tecnología. Pero no siempre fue así… de hecho hace 30 años Israel basaba su economía principalmente en la exportación de naranjas.
La pregunta es cómo llegó ahí. La respuesta comienza por una explicación sencilla de la cual parte todo lo demás: «La adversidad, como la necesidad, alimenta el ingenio», aseguran los autores.
Se ha escrito mucho sobre Silicon Valley, en San Francisco, CA: sobre sus valoraciones multimillonarias de startups, sobre su comunidad inversora o sobre las condiciones que se dieron para su nacimiento… y con razón, es el ecosistema número 1 del mundo en lo que se refiere a emprendimiento…. pero tenemos mucho más en común con el segundo ecosistema: Israel
Y es que poca gente conoce que el segundo ecosistema más emprendedor del mundo está mucho más cerca de largo de nosotros, tanto en distancia como en cultura: se trata de Israel, el gran desconocido. Si nos atrevemos a investigar más allá de la imagen estereotipada que nos transmiten los medios de comunicación masivos, descubrimos un país lleno de matices, pero sobre todo descubrimos el país ahora llamado Startup Nation.
Una transformación basada en el talento y el orgullo
Y esta milagrosa transformación que ha dado nacimiento a lo que ahora se llama Silicon Wadi es una de las mejores y más interesantes lecciones que debemos aprender en Latinoamérica, ya que por sorprendente que a primera vista pueda parecer, se trata de un país que tiene muchísimas más coincidencias con nosotros… y por tanto un mejor ejemplo en el que inspirarse.
Es importante profundizar en el porqué de este éxito, sin duda, pero comprendiendo que hay algunos factores de entorno difícilmente imitables… como su situación geoestratégica. Hace 30 años el gobierno de Israel se planteó seriamente cómo podrían lograr ese famoso cambio de modelo productivo, y partieron de la siguiente reflexión:
“No tenemos un mercado local/nacional de suficiente tamaño, y no tenemos un mercado regional accesible (es decir, sus países limítrofes)… con lo que nuestra única opción es trabajar a escala global. Y para ello debemos construir sobre nuestros activos: no tenemos una tierra rica en recursos naturales, sólo tenemos desierto y personas… así que debemos construir una economía basada en el talento”.
Y para comprender esta afirmación es importante comprender un poco más el carácter y cultura del pueblo israelí: abierto y directo, obsesionado por el fondo y no por la forma, y tremendamente discutidor (de hecho hay un dicho que dice “dos judíos, tres opiniones” que lo refleja muy bien). Se trata de un pueblo tremendamente diverso en lo tocante a nacionalidades de origen, idiomas, etnias e incluso idiomas (aunque prácticamente todos hablan un inglés correcto, además de su lengua madre y hebreo)… y donde lo único que los une es su religión.
Y este es uno de los factores posiblemente más controvertidos pero que sin duda es parte del éxito de esta Startup Nation: a diferencia de Costa Rica, un país en el que no paramos de cuestionarnos nuestro propio valor y donde existe un cierto complejo de inferioridad con otros países, en Israel se sienten el pueblo elegido. Y eso es algo que permea en todas las capas de la sociedad y que da una confianza en el futuro de la que carecen muchos otros países. De hecho da igual con quien hables, del mundo público o privado, primero te contará orgulloso lo estupendo que es el país y las tremendas capacidades que tiene, y luego hablará de su empresa.
La importancia de la educación y la influencia del servicio militar
Con este afán de transformar su economía uno de los factores claves sobre los que se trabajó es la educación universitaria… y por los resultados podríamos decir que con mucho éxito: Israel tiene 2 universidades entre las 30 mejores del mundo, y según el WEF global competitiveness report tiene un ratio de 249,2 patentes per cápita (por ejemplo en España este ratio es de 9,1).
Pero si hay algo que marca la educación israelí es la formación que se recibe durante el servicio militar (36 meses para los hombres y 21 para las mujeres). Más allá de la formación puramente castrense, su educación va en paralelo con múltiples materias no directamente militares y con una formación en habilidades sorprendente: se potencia mucho la creatividad y la capacidad para tomar decisiones por uno mismo (en contraposición con la visión tradicional del ejército, allí al que sigue decisiones sin pensar se le denomina roshkatan – cabeza pequeña).
De hecho muchas de las startups más conocidas de Israel nacieron de unidades de ingeniería especializada, como la famosa 8200, y es habitual en las entrevistas de trabajo que para valorar la formación del aspirante no sólo se le pregunte por la educación formal sino por la unidad en la que se sirvió durante el periodo de milicia.
Tras la época de milicia es habitual que con la paga los jóvenes hagan un viaje para conocer mundo, y a la vuelta empiecen la formación universitaria… con un alto nivel de madurez y experiencias personales a sus espaldas. Y al acabar (o durante) su periodo universitario muchos de estos chicos deciden fundar su propia startup en lugar de trabajar para un tercero (mucho más atractivo, ya que todo el mundo conoce a alguien que ha tenido un gran éxito o ha vendido su startup).
El papel crucial del gobierno
Y estas nuevas empresas pueden optar a participar en el programa de incubadoras del gobierno, uno de los más interesantes del mundo. El programa nació como respuesta a la oleada de inmigración cualificada que sufrió Israel en los 90 (más de 750.000 refugiados rusos). Se consideró entonces que la mejor forma de integrar a esa población no era ponerlos a hacer trabajos de baja cualificación sino ofrecerles la posibilidad de montar su propia empresa y aprovechar su talento… con gran éxito.
Cualquier nueva compañía aceptada en alguna de las más de 30 incubadoras que hay en el país se le proporcionan no sólo apoyo, asesoramiento y un sitio en el que trabajar sino $250.000 USD… a cambio de regalías sobre los productos que produzca la empresa. Esta filosofía ganar-ganar de dinero público a cambio de regalías impregna todos los programas para potenciar la innovación y permite que de un año al siguiente el gobierno tenga ya cubiertos una parte importante de sus presupuestos.
El surgimiento del Venture Capital israeli
Pero claro, las compañías creadas se encontraban entonces con un problema: la falta de fondos para crecer… ya que el mercado del venture capital (capital riesgo) de Israel era pequeño y poco experimentado (algo parecido a lo que sucede en la Región con algunas excepciones). Con la vocación de solventar este problema el gobierno creó un programa que en mi opinión fue la chispa que “arrancó” el ecosistema emprendedor del país: Yozma.
América Latina puede transformarse en una región innovadora y desarrollada nutriéndose de las lecciones de otros países. La experiencia internacional muestra que el capital emprendedor (venture capital) tiene un papel fundamental al momento de traducir ideas y productos en grandes empresas. Israel es una estrella global de la innovación.
El Programa Yozma fue la política del gobierno israelí más ingeniosa y exitosa en el campo de la innovación y el emprendimiento, generando decenas de miles de millones de dólares de valor sin ningún costo para el público. Lanzado en 1992, es ampliamente reconocido como el catalizador de la industria de capital emprendedor local y el ecosistema de startup.
El gobierno buscaba desesperadamente crear empleos para más de 800.000 inmigrantes que habían llegado al país después de la caída del muro de Berlín muchos de los cuales eran científicos e ingenieros. El primer paso fue crear en 1991 unas 24 incubadoras que proveían capital, infraestructura y apoyo gerencial para el desarrollo de productos tecnológicos innovadores. También se pensó en una forma de apoyar a las nuevas empresas a transitar por el valle de la muerte, que es el período que va desde que se recibe la primera inyección de fondos hasta que se comienza a generar fondos propios con venta. Por eso se creó en 1991 el Programa Inbal, un seguro que trató de estimular la creación de fondos de capital de riesgo con una garantía de 70% para los capitalistas que cotizan en la Bolsa de Valores de Israel, pero el programa falló en conseguir tracción, en buena medida por los desafíos de falta de liquidez de los activos que se buscaba financiar.
El gobierno israelí notó que las empresas que habían desarrollado soluciones innovadoras tenían enormes dificultades traduciendo un gran producto en una gran empresa. Salieron a investigar cómo funcionaban otros ecosistemas de capital emprendedor y percibieron que los fondos de capital emprendedor aportaban más que capital: también traían a la mesa valor con sus redes de contactos internacionales y su conocimiento de cómo escalar empresas globalmente. También se llegó a la conclusión de que Israel debería jugar con las reglas de juego internacionales para tener éxito y que el Estado debería limitarse a crear los incentivos correctos sin involucrarse en la elección, la supervisión y la gestión de los startups.
Por eso concibió un programa basado en “matching funds” para atraer a los jugadores internacionales y locales que con el tiempo conformarían la columna vertebral del ecosistema inversor. El Programa Yozma fue constituido con una inversión inicial de $100 millones (USD), que fue recuperada en pocos años. El gobierno invirtió $80 millones (USD) en 10 fondos que tendrían socios privados e invirtió otros $20 millones (USD) de dólares estadounidenses directamente en startups a través de un fondo propio.
Los fondos con participación del sector privado fueron la pieza central y más exitosa del programa. Cada uno de los 10 fondos fue constituido como una nueva empresa de responsabilidad limitada con 40% del capital público y 60% de capital privado. Los socios del sector privado fueron elegidos por concurso y debían presentar dos miembros: un fondo de capital emprendedor internacional (que aportase experticia y redes globales) y una empresa financiera local bien establecida (que permitiera el desarrollo de una industria local). Como los socios privados tenían el 60% del capital, tenían los incentivos para aplicar el capital de forma eficiente y la autonomía para conducir el fondo sin intervención del gobierno.
Percibiendo que atraer a los mejores fondos del mundo no sería trivial y que existía una percepción de riesgo mayor al real, el gobierno israelí tuvo la genialidad de crear incentivos que multiplicaron el potencial de creación de valor al tiempo que redujeron el riesgo de los socios privados sin perjudicar a los contribuyentes. Hicieron esto dando a los accionistas privados la opción de comprar la participación del gobierno después de un par de años pagando el capital más una tasa de interés. De esta forma, si el fondo fracasara, todos perderían de forma proporcional y si el fondo tuviera éxito los accionas privados podrían aumentar sus ganancias mientras que el gobierno recuperará su aporte, ganaría intereses y crearía una industria con un gigantesco potencial de generación de empleos e impuestos.
En este sentido, Israel se ha convertido en el primer país del mundo con un ratio de inversión en capital riesgo per cápita mayor: entre $150 y $170 dólares.
Las principales empresas tecnológicas del mundo como Intel, IBM, Cisco Systems, SAP, Philips, Hewlett-Packard, AOL, Microsoft, Motorola, y Computer Associates, además de muchas compañías israelíes de alta tecnología que tienen sus sedes en la región, como Zoran Corporation, CEVA Inc, Aladdin Knowledge Systems, NICE Systems, Horizon Semiconductors, Radware, RADWIN, Tadiran Telecom, Radvision, Check Point Software Technologies, Amdocs, Babylon Ltd., Elbit, Israel Aircraft Industries decidieron establecer centros de I+D en Israel para aprovechar el enorme talento que habían podido observar, y eso añadió los socios del mundo corporativo que el país necesitaba para establecer alianzas y canales de comercialización… así como posibles escenarios de compra de sus startups.
En resumen nos encontramos con país que es el segundo ecosistema emprendedor más potente del mundo… pero recordemos que no siempre fue así. Es un ejemplo de cómo un país se puede reinventar a sí mismo, pero construyendo desde abajo a arriba (de las necesidades de la gente y sus actores principales y no desde la “visión” de algún político), haciendo de la necesidad virtud y sobre todo, creyendo en sus propias capacidades.
Dan Senor (autor del libro) menciona cómo lo que para muchos países representa una excepción, en Israel es la norma: «Emprender se ha convertido en una opción profesional como otra cualquiera. Los israelíes están conscientes de que está bien intentar algo y fracasar. Es obvio que conseguirlo es mejor, pero el fracaso no es un estigma, es una experiencia para añadir en el CV».
Yigal Erlich (el impulsor de Yozma y el que es considerado padre del venture capital en Israel) sobre la situación del ecosistema emprendedor de Latinoamérica dice lo siguiente: Sólo tienes que escuchar a los emprendedores, creer que pueden lograrlo… y darles el tiempo necesario.
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